Tragedia en el Puerto de Beirut y sus posibles consecuencias económicas

La zona donde tuvo lugar la explosión destruyó reservas de trigo e inutilizó un punto de acceso de mercaderías clave para un país con alta dependencia de la importación.

Fuentes: BBC, La Nación

El puerto de Beirut, clave para El Líbano; fue objeto de un estallido este martes 4 de agosto.

El radio de la explosión se extendió hasta 240 kilómetros de distancia, siendo escuchada la explosión en la isla de Chipre y a casi veinte o veinticinco kilómetros de Beirut.

Aunque no se han dilucidado todavía las causas, la prensa libanesa reporta que las autoridades dan razón que se produjeron dos explosiones en un depósito repleto de materiales explosivos que habían sido almacenados desde hace años. Parece que la explosión tuvo lugar en un almacén de material explosivo confiscado. A este respecto, el ministro del Interior, Mohamed Fahmi, dijo que, según las primeras pesquisas, el almacén en cuestión contenía nitrato que había sido incautado de un barco hace un año.

Mientras las cifras de víctimas fatales y los daños materiales producto de dos explosiones en el puerto de Beirut continuaban actualizándose en la noche del martes -73 muertos y al menos 3.700 heridos, según el último parte del ministerio de Salud- las autoridades de El Líbano comienzan analizar también las consecuencias estratégicas que podría tener para la economía el incidente de hoy. Estas, de hecho, se ven agravadas por la importancia de la zona en la materia y la ya profunda crisis que vive el país y que puede agudizarse como consecuencia de este hecho.

Ha sido tan extensa la destrucción en los aledaños del puerto, almacenes, depósitos, viviendas, oficinas, que el mohafez o gobernador describió Beirut como una ciudad “devastada”. 

De igual forma se reportó la destrucción del  Orient Queen, buque italiano que se encontraba anclado al puerto, del cual varias personas incluyendo tripulaction resultaron heridas.

La explosión y sus consecuencias agravan aún más la grave crisis económica que atraviesa El Líbano desde hace meses. El país declaró el primer default de su historia en marzo de este año, exacerbando el humor social negativo que imperaba en la sociedad y se veía reflejado en meses de protestas continuas contra la una dirigencia política extremadamente corrupta. El cóctel económico se vio complementado por una aguda devaluación seguida de hiperinflación.

El día a día en el país ya era dramático antes del trágico evento, restaurantes y negocios cerrados, cortes de luz por horas, las calles de la ciudad inmersas en basura, hospitales colapsados, filas en gasolineras y negocios cerrando, denuncias de corrupción entre otras; convierten al país en una olla de presión a la cual se le suma la pavorosa explosión.

Los estallidos destruyeron la reserva de trigo e inutilizaron el puerto, que, de acuerdo con analistas, podría tardar más de un año en volver a funcionar al mismo nivel de capacidad que antes de la explosión. La combinación de estos factores podría crear un riesgo alimenticio para el país, considerando su alta dependencia a la importación.

El ministro de Economía libanés, Raoul Nehme, dijo a los medios locales que el trigo en los graneros portuarios de Beirut no se puede usar y que el ministerio perdió la pista de siete empleados en los graneros. Además, agregó que aunque existen más reservas de trigo, es probable que el país apele a las importaciones cuando estas se agoten.

Analistas estimaban que, en cuestión de meses el Gobierno no estaría en condiciones de atender las necesidades de sus ciudadanos, incluidos el suministro de combustible, electricidad, internet y hasta alimentos básicos. La masiva explosión en el puerto echa más gasolina a un incendio que ya se encontraba fuera de control.

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